“Los furiosos de la caza, a los cuales no les importa nada más que la persecución de animales, y que creen sentir un placer increíble siempre que escuchan el eco repugnante de los cuernos de caza y el alarido de la presa. ¡Casi que supongo que en sus sentimientos los excrementos de los perros les parecen que huelen a canela! Y cuando prueban un pedazo de la carne del animal, se sienten como si prácticamente se hubieran vuelto de la nobleza. Mientras estas personas al cazar y devorar animales sólo logran su propia degeneración, creen sin embargo tener una vida principesca”.